Este sábado 26 de abril de 2025, más de 500 voluntarios, entre comunidades locales, estudiantes, autoridades gubernamentales y organizaciones ambientales, se unirán en una gran minga para limpiar el lago San Pablo, ubicado en la provincia de Imbabura.
El emblemático lago, de origen glaciar y situado a 2.662 metros sobre el nivel del mar, ha venido enfrentando serios problemas de contaminación por plásticos, aguas servidas y químicos provenientes de actividades agrícolas cercanas. Pese a esfuerzos anteriores, la problemática ambiental persiste, poniendo en riesgo no solo el ecosistema acuático, sino también el patrimonio cultural y turístico que representa San Pablo.
La actividad es impulsada por el Ministerio de Ambiente, el Club Rotario, la organización NaturaPlus, la fundación Arcandina y los gobiernos locales, en un esfuerzo conjunto para rescatar el lago y sensibilizar a la población sobre la necesidad urgente de su preservación.
Además de la limpieza, está prevista la siembra de cerca de 5.000 árboles nativos en los alrededores, como parte de un plan de restauración ecológica a largo plazo.
Un tesoro natural y cultural en peligro
San Pablo, conocido también como Imbacocha o Imbakucha, es un sitio de gran significado espiritual para los pueblos Otavalo y Cayambi. Alberga una valiosa biodiversidad, entre ellas el pez Imba, actualmente en peligro de extinción debido al deterioro de su hábitat.
“El lago es un punto de anidamiento de varias especies. Si no actuamos ahora, podríamos perder este ecosistema único”, advirtió Rafael Salcedo, coordinador de proyectos de NaturaPlus.
A pesar de los desafíos ambientales, San Pablo sigue siendo un destino turístico de relevancia, donde se realizan actividades como natación y deportes acuáticos, atrayendo a visitantes que admiran su impresionante paisaje dominado por el volcán Imbabura.
Compromiso colectivo por el futuro
La minga de limpieza no solo busca retirar los residuos sólidos del lago, sino también consolidar procesos de educación ambiental en las comunidades y fomentar prácticas agrícolas sostenibles que minimicen el impacto de químicos sobre el ecosistema.
Las autoridades hacen un llamado a toda la ciudadanía a sumarse a este tipo de iniciativas y a promover un uso responsable de los recursos naturales para garantizar la conservación del lago San Pablo para las futuras generaciones.