La casa que ocupan 14 miembros de la Brigada 148 se va pareciendo a un cementerio de coches. En el exterior de este edificio rural ucraniano se acumulan los vehículos que van del estado de reparación precaria al de siniestro total. “El vuestro ya casi está reparado”, nos dice Olexander, el teniente de la unidad. El todoterreno en el que vamos a viajar al frente bélico es un vehículo abollado, arañado y temblequeante al que ahora le faltan dos ruedas y cuyo problema nadie parece poder resolver de inmediato. En el capó han pintado un enorme tridente, el escudo nacional de Ucrania.
– ¿Seguro que van a repararlo hoy?
– Lo harán en unos minutos.
Da tiempo a tomar un café en el que Olexander y el capitán Yevgeny recuerdan los últimos incidentes con drones rusos. “Antes era la infantería la que moría y los artilleros los que más seguros se sentían porque sus posiciones estaban algo más lejos de la primera línea de combate. Ahora, con drones de mayor rango, atacan en enjambres coordinados y se hace más difícil detectarlos. También usan drones con fibra óptica, lo que hace aún más complicado trabajar”. El uso masivo de estos drones en algunas zonas va creando una especie de telas de araña en los árboles del frente al partir sus cables.
Interesante
Muy buena informacion