«Nunca dijimos ‘vamos a intentarlo’. Dijimos ‘vamos a hacerlo’». Así arranca Nacho Ruiz, preguntado por el origen de la galería T20, el proyecto que levantó hace ya 25 años en Murcia con su pareja Carolina Parra y que ha resistido a base de intuición, terquedad y cierta compulsión por el riesgo. No se atisba nostalgia ni épica en su forma de decirlo, sino la expresión de una necesidad absoluta. «La decisión fue caminar por el alambre, lo que pasa es que ese alambre llega un momento en que, a base de andar por él, se va ensanchando».
En ese vértigo se instalaron y desde ahí han construido una historia que atrapa desde las primeras páginas de La galería (La Fábrica), las memorias del galerista. Lo que cuenta no es una memoria complaciente ni un catálogo de éxitos. Las casi doscientas páginas trazan un relato frontal sobre lo que significa sostener una galería en un país que nunca ha tratado bien a su escena artística, según él mismo sugiere: «La mayoría de los galeristas que conozco son gente romántica que ama profundamente su trabajo».